El estrés oxidativo afecta silenciosamente nuestra salud, una amenaza furtiva que poco a poco socava nuestro bienestar. Este desequilibrio bioquímico a menudo se subestima, pero puede ser un desencadenante de enfermedades debilitantes como el cáncer, las enfermedades cardíacas y el Alzheimer. Pero aquí está la buena noticia: no somos impotentes…